Bienvenido a México

Largas colas de inmigración, pérdida de equipajes, taxis piratas… la fama de México D.F., creada sobre todo por gente que jamás ha estado aquí, unida al cansancio causado por 11 horas de vuelo desde Ámsterdam, nos hizo temer lo peor cuando el avión al fin tocó tierra.


Sin embargo, los estereotipos no siempre son correctos y lo que encontramos no se pareció a lo que esperábamos: Un trámite de inmigración rápido…


- “¿A que viene a México?”

- “Vacaciones”

- “Adelante”


…y una recogida de maletas aún más corta, y lo que es más importante, sin pérdida de equipajes de ninguno de los 8 becarios que viajábamos juntos, que nos hizo olvidar un poco el largo viaje e incluso pensar que “vaya, México no va a ser tan fiero como lo pintan”.


Demasiado rápido me tranquilicé, ya que el país me guardaba un regalo de bienvenida. Me dirigía hacia el puesto de los taxis seguros para pedir una unidad que nos llevase hasta nuestra nueva casa, cuando, de pronto, escucho a un señor mexicano, vestido con un uniforme de algún servicio del aeropuerto, gritar: “¡R. Díez.!, ¡Señor R. Díez!”.


“¿Habrán mandado a alguien de la oficina comercial a recogernos?” Pobre iluso, una vez más. Me acerqué al señor y le dije que era yo. Al momento, vi el pasaporte español que tenía en la mano y me di cuenta de que lo había olvidado en el carrito de los equipajes (seré subnormal). La conversación que siguió bien podría haber salido de una película:



- “Seré despistado, muchas gracias por traerme el pasaporte”.

- “Yo se lo encontré, si lo quiere recuperar, tiene que darme algo a cambio”

- “Acabo de llegar de viaje y no traigo pesos”

- “Ah, muy bien, pues se lo entrego a aquel policía y va a tardar en recuperarlo más de un mes”.

- “Está bien, ¿cuánto quiere?

- “¿Cuánto vale su pasaporte para usted?”





Cuando escuché esa frase no sabía si echarme a reír o a llorar. Pensé en decirle lo que pasaba a un policía, pero tenían aspecto de ser más corruptos que Julián Muñoz. Así que, opté por la opción más fácil, pagar la mordida, 100 pesos, que no resultó ser tan mala cuando supe que eran tan sólo unos 7 euros.


Bienvenido a México, señor.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bienvenido a Mexico, señor...

gua-pi-si-mo... como diría Mr. Carranza.

acabo de leer tu relato con Elena, y no se si sabes que ella vivio 2 años en Mexico. NO para de reirse. Me dice que te diga textualmente: "con los policías nada de trato, sino ya te vemos en el corralón"

Joaquin dijo...

que grande la historia!!
vamos remissss!!!

fiveworlds dijo...

Juas, juas, juass, qué gran comienzo para un año taaaaan largo, primera hora en DF y ahí contactando con las autoridades locales... Tranquilo la policía de aquí también promete... Un abrazo para todos desde África.