Comprar alcohol

El sábado fuimos a la playa y pasamos por el puerto para comprar marisco y pescado para la cena. Compramos seis centollos, un kilo de gambas y un pescado que era como una lubina grande por apenas 20 euros. Ya sólo nos faltaba el vino para acompañar y por la tarde me acerqué a comprarlo. No era la primera vez que comparaba alcohol en el supermercado, pero sí que fue la vez que más me costó conseguirlo.

Aquí los supermercados venden el alcohol (los que lo hacen) en una tiendita aparte que cierra a las 19:00 por ley, y que parece cualquier cosa menos un negocio legal. Yo llegué a las 18:30 y estaba echado el cierre. Fuera había una marabunta de gente apelotonada a la espera de que levantaran la reja para entrar a conseguir su dosis de néctar para infieles. De vez en cuando, se abría un poco la puerta para dejar salir a unos pocos que ya habían conseguido comprar lo que querían y ahora debían atravesar la masa de gente que no paraba de empujar para conseguir salir totalmente. Una vez evacuada la tienda completamente, volvían a abrir para que los que estábamos fuera entrásemos en avalancha y sin orden alguno. Aquí las colas no existen, así que lo más práctico es tener un cuerpo habituado a moverse entre la gente y entrar con el dinero en la mano para, en cuanto llegues al mostrador, tratar de pedir lo más fácilmente posible. Una vez conseguido el vino, sólo falta abrirte paso a empujones para conseguir salir con tus bolsas negras para que no se vea lo que llevas dentro. Así es la hipocresía en este país…

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